Ausencia – per Pere Pons

Ausencia

Hay muertes que por muy anunciadas que esten convierten la herida en cráter insondable, mazazo irreversible que más que una muesca en el alma te la arranca de cuajo. Son incontables los recuerdos, los encuentros, las vivencias que se agolpan y se anudan en la memoria. Desde aquella primera carta manuscrita en agradecimiento de aquella crítica de su ‘entre amigos’, hasta aquellas citas en el Majestic para desarrollar ese libro que nunca fue de sus ‘siete pecados capitales’ (música, poesia, cine, sexo, pintura, mística y amistad). Los paseos por las calles y librerías de La Habana, junto a Silvio y Borja Casani; el reencuentro con la Barcelona de su infancia, de Manila a la Plaça Rovira; las sobremesas junto a su ‘hermano’ Pere Camps en el Senyor Parellada; el cigarrillo siempre a punto para el objetivo de Juanmi; la palabra y el gesto siempre dispuestos al beso, el abrazo, la ternura, la atención, la ocurrencia y la crítica. Pisar los lienzos de su estudio, entre ángeles y balas, bajo la custodia de un perro llamado Dolor, rodeados de simientes y giralunas. Nada se puede añadir que su obra poética, musical, pictórica, cinematográfica no nos haya dejado ya. Solo el lamento, ya definitivo, que le impide crecer más. Ahí está el legado de su inmortalidad y en esta imagen solo el retrato de unas palabras con las que tanto él como su ‘hermano’ Hian Isaac me dieron licencia para acariciar. Luis Eduardo Aute (1943-2020).

Pere Pons

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Foto: Juan Miguel Morales